Cuando fui a visitarlo no lo reconocí. Me habían dado el número de cama y después de pasar por enfrente de él y terminar en el número contiguo, me di cuenta de que había pasado por alto a mi padre. Él estaba completamente irreconocible para mí: cabello blanco, cara enjuta casi cadavérica, ojos apagados y sumidos, mascarilla de oxígeno que escondía una boca abierta a la que me acostumbraría más adelante.
Lo más raro de todo es que no me importó, pues ese hombre se había ido de mi vida antes de que tuviera recuerdos. Me senté a su lado y le hablé para que me reconociera, volteó su cara y ví en sus ojos que me había visto. Solo podía compartir su dolor como otro ser humano, y olvidar el resentimiento y fijación de preguntarle el por qué siempre me había ignorado, por lo que nada más le tomé la mano y le pregunté si se encontraba bien.
Dicen que para conocer a un hombre hay que presentar a los abuelos, por lo que presentaré brevemente a este hombre y su padre, los cuales solo conozco de oídas, ya que mi abuelo murió antes de que naciera, y mi padre se contactó conmigo cuatro veces en la vida: una de ellas trayéndome un avión de juguete, dos de ellas viniendo a visitarme completamente borracho y la última una visita en su casa, donde no pudimos contactarnos por todo el tiempo que estuvimos separados, y solo desgranar maíz nos dio una actividad que realizar juntos. Mi abuelo murió en un accidente, hombre de numerosos descendientes, que tenía una vena alegre en su juventud pues contaban que cada vez que visitaba su pueblo natal, tomaba una guitarra y el jolgorio empezaba a su alrededor. Este carácter se agrió con el paso del tiempo, como se esperaba de un anciano y murió de un golpe provocado por los bajos reflejos del alcohol.
Mi padre, contaban, era un hombre inteligente que le gustaba hacer negocios y que fue, en su tiempo, de los más estudiados de la familia. Sin embargo tenía puntos débiles: la bebida y la mujeres, no conozco el orden, por lo que solo sé que ambas lo acompañaron toda su vida, de uno u otro modo. Decían que cuando quería podía ser irresistible, lo cual conjuntado con su dinero podría explicar su éxito con las mujeres. Ese detalle tal vez expliqué por que la foto de casados de mis padres estuvo colgada varios años después de que se divorciaron, a pesar de que los términos en que se separaron fueron bastante dolorosos: una historia de abusos, golpes, traiciones, infidelidades, consumo de alcohol, empezando algunos de estos actos desde la primera semana del matrimonio. De alguna manera nacimos yo y mi herman@ mayor, por lo que quieralo o no heredé algo de su genética.
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